Notas: Este fic fue escrito en el 2012, de hecho sigue subido en mi blogspot. Es hetero pero toll ya que aquí Tom es mujer, igualmente tengo un minific donde Tom es mujer llamado Celos, o un fic donde Bill es mujer que es la serie de Maneras de perder la virginidad.

(One-Shot de Kasomicu)

«Crónica de cómo Tomie le cerró la boca a Bill»

Bill estaba fumando, Tomie estaba tarareando una canción de Janis Joplin. El rubio arqueó una ceja y observó a la de rastas negras juguetear con sus dedos por sobre sus piernas, ya que estaba sentada como indio; vestida con un sostén deportivo y unos bóxers para mujer holgados. Podía ser su hermana, podía ser mujer, podría ser lo que quisiese, ¿pero femenina? Nunca. Por eso creían que a su gemela le gustaban las mujeres, ella nunca lo negaba, tampoco lo afirmaba, Bill se preguntaba cuál sería el gusto de la mayor por diez minutos.

—Hey —llamó Bill. Tomie detuvo sus movimientos y lo observó expectante—. Cuando nos dimos un tiempo… ya sabes, al estar inseguros de lo nuestro, ¿estuviste con chicos o con chicas?

Tomie bufó y se cruzó de brazos, poniendo una barreras entre ambos, al parecer la había ofendido.

—¿Para qué hablar de eso? Dijiste que no importaba, que ahora éramos los dos, por eso no te pregunto con las zorras con las que te acostaste —señaló la morena y jugueteó con una de sus rastas.

—Oh, vamos, Tomie, dime.

La aludida lo vio desafiante y le sonrió.

—Con ambos —respondió. Bill asintió.

—Yo siempre creí que a ti te iban más las chicas —mencionó sin malicia. Tomie rodó los ojos y le dio un pequeño golpe en el brazo.

—Tú ya no luces como una, y sigo acostándome contigo, Bibi —comentó Tomie ahora apretando su miembro por sobre la pijama. Bill se tensó, le encantaba tener sexo con Tomie, si no tuvieran que comer y hacer otras cosas, la encerraría junto a él y no la dejaría salir, hizo un mohín y quitó la delicada mano de su hermana. Igual quería fastidiarla.

—Bueno, tú no haces cosas de mujeres, y ni me seduces…

—¿De qué mierda hablas, Bill? ¿Seducirte? Ya te conquisté, no tengo por qué seducirte —acotó la morena con el ceño fruncido.

—Bah, olvídalo, sé que no lo haces porque no puedes hacerlo, no porque no quieras. Nunca podrías hacer un striptease o un lap dance. No importa, te amo así —farfulló Bill con desinterés, pero sabía que había dado en el clavo por la expresión incrédula del rostro de su gemela.

—¿Que no puedo? —preguntó estupefacta. Bill asintió y se distrajo con su móvil. Tomie se oía muy indignada.

Le encantaba cuando Tomie estaba con un humor fosforito, porque fuera como fuese , terminaban teniendo sexo ansioso y necesitado.

Lo que no se esperó Bill, fue que la morena lo tomara por el antebrazo y lo jalara del cuarto.

&

Tomie movió una silla y la situó en el centro de su sala, habiendo obligado a Bill previamente a mover los otros muebles dejando un espacio abierto. El rubio la observaba curioso, no entendía qué quería probar.

Tomie comenzó a buscar entre sus disco, hasta que cogió uno decidida y lo puso en su reproductor.

—Siéntate, Bill. Y no te muevas —advirtió la de rastas cuando los compases comenzaron a sonar.

Bill obedeció después de parpadear confuso.

Tomie se desató las rastas negras y acarició con una suavidad inusual en ella su cuero cabelludo, de pronto comenzó a mover las caderas, a bajar esas manos que tenía sobre su cabeza por su pecho, su cintura, sus muslos, de arriba hacia abajo, al ritmo de la música.

Bill se quedó a cuadros cuando ella comenzó a contonearse, dándole un guiño y mordiéndose un dedo.
Tomie movía las caderas, ahora de izquierda a derecha, jugando con la cinturilla de sus bóxers, luego soltándolos y agachándose, pero no como normalmente lo hacía, sino con cadencia, al compás de la música.
Cuando hubo llegado al suelo, y estaba a cuatro patas, empezó a arrastrase suavemente en dirección a Bill.

Sus pantalones se sintieron más apretados conforme su gemela iba acercándose más. Ya comprendía por que había puesto la luz tenue. Es que Tomie con su piel bronceada, sus curvas pronunciadas, en solo ropa interior (por más deportiva que fuese), con las rastas meneándose con sus movimientos, esos ojos color miel, que no eran depredadores como los de Bill pero sí muy seductores, los gestos que hacía, la forma en que movía su piercing, era demasiado para su salud mental. Bill creía que a ese paso se correría sin tocarse como si fuese un adolescente hormonal.

La música seguía en sus oídos, como si encantase a Tomie que se seguía meneando al mismo tiempo. Ahora estaba donde Bill, mirándole con fingida inocencia, y con una flexibilidad, que solo el menor conocía; poniendo un pie sobre el espacio que quedaba en la silla, muy cerca de su entrepierna, no estaba por completo levantada pero Bill quiso tocarla, Tomie le dio un manotazo y él tragó saliva.

Tomie puso su rodilla sobre el pecho de Bill y se contoneó, alzando los brazos y solo bajándolos para quitarle la camiseta a Bill, el cual se dejó hacer con una cara de idiota perdido. Ella le sonrió de nuevo, se alejó y le dio la espalda para luego sentarse así, su espalda contra el pecho plano de su hermano amante. Bill jadeó al sentir el trasero de su gemela contra su erección, y Tomie a sabiendas de lo que hacía, se frotó con urgencia, pero no al azar, ni con movimientos bruscos, sino lentamente, con la cadencia y con el ritmo de la música.

Bill movió las caderas por reflejo, Tomie ubicó sus manos sudorosas en sus caderas y siguió meciéndose sensualmente sobre el rubio.

Bill nunca odió tanto la ropa interior de Tomie como en ese instante. Como si quisiera molestarlo más, ella se dejó caer sobre Bill, sonriéndole cuando ladeó el rostro. Bill quiso besarla pero Tomie le posó la mano sobre los labios para evitarlo.

Tomie se levantó de nuevo y caminó como si estuviese en una pasarela. Bill quería sentir la cercanía de nuevo. Como si le hubiese leído el pensamiento, Tomie se acercó, alzando una pierna y acomodándose de tal forma que parecía que iría a montarse sobre Bill, y meció sus caderas, consiguiendo que sobasen sus entrepiernas, Bill podía sentir la humedad, no solo la suya, sino la más notoria de su hermana.

Y la música terminó.

Tomie dejó de moverse y se alejó con las piernas temblorosas.

—Eh, idiota, ahora quién es la que no puede hacer cosas para seducirte, porque déjame decirte que mini Bill está muy alegre de verme —farfulló Tomie y Bill pudo saborear su excitación debido a cómo salió trémula su voz. Podía olerla incluso, ambos exudaban deseo.

—Me retracto, eres demasiado seductora para mi propio bien —halagó Bill. Tomie le sonrió de lado, con los ojos achinados y esa expresión que no se desvanecía por más años que pasasen—. ¿Podemos ir al cuarto ahora?

—Sí, por favor —soltó Tomie para lanzarse sobre Bill, y comenzar a besarlo ávidamente.

Bill acarició las nalgas de su hermana, luego sus muslos; la cargó como si ella fuese un mono hasta la recámara donde la dejó echada y empezó a besarle el cuello, luego el pezón por sobre el sostén deportivo, consiguiendo que se erigiese y humedeciese debido a su lengua. A Bil le encantaba oírla gemir, sentir sus escasas uñas en su cuerpo, saborear su vientre plano, juguetear en su ombligo…

Sobó su miembro aún cubierto contra el muslo de la de rastas. Tomie siseó.

—Quítame la ropa y quítatela la tuya, por un infierno, quiero sentirte ya dentro de mí, Bill —suplicó Tomie, apuñuscando las sábanas ahora.

Bill no perdió tiempo y la desvistió, sonriendo como bobo enamorado al saberse de memoria tanto táctil como visual cada curva de su gemela, sus abundantes lunares, sus cicatrices, todo, todo era perfecto para él. Tomie era perfecta.

Se encargó de chupar sus pezones y tocar uno de sus pechos con una mano, mientras con la otra acariciaba insistentemente su clítoris. Los gemiditos de Tomie se convirtieron en chillidos, por lo que Bill se puso el condón y la penetró.

Y en ese instante, ambos comenzaron a danzar al compás de la música del roce de sus cuerpos, los armoniosos gemidos y jadeos, sus respiraciones, los latidos de sus corazones.

En un jodido baile sensual que compartían solo ellos.

F I N

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por Kasomicu

Escritora del Fandom

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